54 Al oír esto, se sintieron profundamente ofendidos1a, y crujían los dientes contra él.
55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santoa, fijos los ojos en el cielob, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Diosc;
56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertosa, y al Hijo del Hombreb de pie a la diestra de Dios.
57 Entonces ellos gritaron a gran voz, y tapándose los oídos arremetieron a una contra él.
58 Y echándolo fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearlea; y los testigosb pusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Sauloc.
59 Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba al Señora y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu.
60 Y cayendo de rodillasa, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecadob. Habiendo dicho esto, durmió1c.
Y Saulo estaba de completo acuerdo con ellos en su muertea.
¶En aquel día se desató una gran persecución en contra de la iglesiab en Jerusalén, y todos fueron esparcidosc por las regiones de Judea y Samariad, excepto los apóstoles.
2 Y algunos hombres piadosos sepultaron a Esteban, y lloraron a gran voz1 por él.
3 Pero Saulo hacía estragos en la iglesiaa entrando de casa en casa, y arrastrando a hombres y mujeres, los echaba en1 la cárcelb.
¶4 Así que los que habían sido esparcidosa iban predicando1 la palabrab.
5 Felipea, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo1.
6 Y las multitudes unánimes prestaban atención a lo que Felipe decía, al oír y ver las señales1 que hacía.
7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, estos salían de ellosa gritando a gran voz; y muchos que habían sido paralíticos y cojos eran sanadosb.
8 Y había gran regocijoa en aquella ciudad.