2 Entonces el Señor me respondió, y dijo:
Escribe la visión y grábala en tablasa,
para que corra el que la lea1.
3 Porque es aún visión para el tiempo señaladoa;
se apresura1 hacia el fin y no defraudará2.
Aunque tarde, espéralab;
porque ciertamente vendrá, no tardarác.
¶4 He aquí el orgullosoa:
en él, su alma no es recta,
mas el justo por su fe1 viviráb.
5 Además, el vinoa traiciona al hombre arroganteb,
de modo que no se queda en casac.
Porque ensancha su garganta1 como el Seol2d,
y es como la muerte, que nunca se sacia;
reúne para sí todas las naciones,
y recoge para sí todos los pueblos.
¶6 ¿No pronunciarán todos estos contra él una sátiraa,
y burlas e intrigas contra él?
Y dirán1: «¡Ay del que aumenta lo que no es suyob
(¿hasta cuándo?)
y se hace rico2 con préstamos!” ».
7 ¿No se levantarán de repente tus acreedores1a,
y se despertarán tus cobradores2?
Ciertamente serás despojo para ellos.
8 Porque tú has despojado a muchas naciones,
todos los demás pueblos te despojarán a tia,
por la sangre humana y la violencia hecha a la tierra,
al pueblo y a todos sus habitantes.
¶9 ¡Ay del que obtiene ganancias ilícitas para su casaa,
para poner en alto su nidob,
para librarse de la mano1 de la calamidad!
10 Has maquinado cosa vergonzosa para tu casaa,
destruyendo a muchos pueblos,
pecando contra ti mismob.
11 Ciertamente la piedra clamará desde el muroa,
y la viga le contestará desde el armazón1.
¶12 ¡Ay del que edifica una ciudad con sangre
y funda un pueblo1 con violencia2a!
13 ¿No viene1 del Señor de los ejércitos
que los pueblos trabajen para el fuegoa
y las naciones se fatiguen en vano?
14 Pues la tierra se llenará
del conocimiento de la gloria del Señor
como las aguas cubren el mara.
¶15 ¡Ay del que da de beber a su prójimo!
¡Ay de ti que mezclas tu veneno hasta embriagarlo,
para contemplar su desnudez1!
16 Serás saciado de deshonra más que de gloria.
Bebe tú también y muestra tu desnudez1a.
Se volverá sobre ti el cáliz de la diestra del Señorb,
y la ignominiac sobre tu gloria.
17 Porque la violencia contra el1 Líbano te cubriráa,
y el exterminio de las fieras te2 aterrará,
a causa del derramamiento de sangre humana y la violencia hecha a la tierra,
a la ciudad y a todos los que habitan en ellab.
¶18 ¿De qué sirve el ídolo1 que su artífice ha esculpidoa,
o la imagen fundida, maestra de mentirasb,
para que su hacedor confíe en su obra
cuando hace ídolos mudosc?
19 ¡Ay del que dice al maderoa: «Despiertab»,
o a la piedra muda: «Levántate»!
¿Será esto tu maestro?1
He aquí, está cubierto de oro y plata,
y no hay aliento alguno en su interiorc.
20 Pero el Señor está en su santo temploa:
calle delante de Él toda la tierrab.