Mateo 3 comienza de una forma muy extraña, y solo recordando lo que pasó en el capítulo 2 es que nos damos cuenta de lo extraño de ese comienzo. ¿Cómo así que “en aquellos días”? ¿Cuáles días? Porque Mateo 2 termina con Jesús siendo un niño de acuerdo al versículo 20, es decir, no mucho tiempo después de su nacimiento, y José llevándolo a vivir a Nazaret. Luego dice: “En aquellos días llegó Juan el Bautista predicando en el desierto”. ¿Se dan cuenta del problema? No pueden ser aquellos días, porque Jesús apenas es un niño, de hecho eso significa que Juan el Bautista también es un niño. Pero en Mateo 3 tanto Juan como Jesús ya son adultos.
O Juan es un escritor muy descuidado, o quiere decir algo más. Porque una conexión que se esperaría sería: “30 años después”… o algo así. Pero la conexión es “en aquellos días”. ¿A qué días se refiere Mateo? Bueno, tenemos que recordar cómo eran los días cuando Jesús nació. En el último sermón vimos cómo Mateo busca dar varias evidencias de que Jesús verdaderamente es el Rey. Evidencias proféticas principalmente, pero también evidencias históricas. Pero ¿cómo eran los días del nacimiento de Jesús? Bueno, podemos decir que los días del nacimiento de Jesús no eran nada agradables. Eran días de mucho miedo, mucho temor y dolor.
Jesús no solo viene a bautizar en el Espíritu Santo para consolación eterna, sino que viene además a bautizar en fuego, para condenación eterna. Todo el que se arrepienta, confiese sus pecados y acuda a Él como el Rey de consolación para ser perdonado y reconciliado con Dios, recibirá el Espíritu Santo y eterna consolación en la presencia de Dios. Pero todo el que encubre su pecado, el que maquilla su maldad para justificarse a sí mismo y tratar de encontrar consuelo en su propia justicia, ese será paja echado al fuego eterno.
Esto nos demuestra que cualquier otra cosa que busquemos para consolar nuestro pecado, no es más que arena movediza, solo Cristo es Roca sólida, solo en Él hay consolación. Todo lo demás implica juicio. Nada nos va a consolar sino Cristo por medio de Su Espíritu en nosotros, todo lo demás nos llevará a la condenación eterna.